jueves, 1 de enero de 2015

Mi historia: La primera navidad juntos: tercer capítulo



03. Donde Scorpius y James se dan cuenta de que la abuela Weasley no es ni ciega ni sorda, pero sí muda
Poco después de la salida de Aaron Bole, aunque eso yo no lo sabía en ese momento, empecé a despertarme. Al principio me sentí confuso ― "¿Cómo he llegado a mi habitación y que hago desnudo?" ―, pero luego los acontecimientos de la noche anterior llegaron a mi mente, haciéndome soltar un gemido de vergüenza.
Pude sentir el cuerpo de James pegado a mi espalda, dándome calor, y una de sus manos haciéndome de almohada mientras la otra me mantenía contra su pecho.
A pesar de la vergüenza que sentía por mis palabras ― "¡Le había pedido que me la chupara!" ― no pude contener una sonrisa de felicidad. ¡James Potter, el mismo James Potter con el que llevaba soñando cuatro años, me estaba abrazando después de confesarme que me amaba! Y después de darme una mamada, pero eso era algo que había que estudiar más tarde.
Luego vino el miedo. No tenía nada que ver con que los dos fuéramos chicos: la homosexualidad no era tan rara hoy en día y ya no había personas que discriminaran por eso. Bueno, no muchas. Lo bueno de los muggles es que había cosas en las que iban más adelantados que los magos, y eso nos obligaba a nosotros a llevarles el paso. La historia demuestra que los que no se adaptan, desaparecen. Así que con los años la homosexualidad había dejado de ser un tabú en el mundo mágico y las leyes tuvieron que ir a la par que la sociedad. En Hogwarts se inculcaba la igualdad, la tolerancia y el respeto, así que muy pocos por aquí harían comentarios en ese aspecto. Lo que me asustaba era otra cosa. Principalmente nuestras familias. Sabía que Rose estaría encantada (¡Seguramente había empezado a preparar la boda y todo!), Al estaría feliz por mí y me apoyaría  y mi madre también estaría a mi lado. El problema era mi padre y el señor Potter. Toda la familia Potter y, por consiguiente Weasley, me había aceptado y hasta les gustaba y me querían como a otro hijo, o nieto en el caso de la abuela Weasley, pero eso no significaba que estuvieran bien con el hecho de que su querido nieto saliera con un Malfoy. Lo cual nos llevaba a la cuestión de mi padre. No es que odiara a Albus Potter y Rose Weasley, que eran los que iban a casa de vez en cuando en verano, incluso les caía bien, pero no se podía decir lo mismo de sus padres. Y en cuanto a James... mi padre no lo soportaba. Demasiado arrogante y egocéntrico, solía decir. Mi madre me dijo que en realidad esa animosidad se debía a que se veía reflejado en el mini Potter, y eso le traía malos recuerdos. Iba a ser un duro camino....
Mis pensamientos se vieron interrumpidos por un beso en el hombro.
― Buenos días gatito ― murmuró James en mi oído.
― Buenos días.
― Sea lo que sea que estuvieras pensando, déjalo. Te has puesto rígido.
― Estoy pensando en tu familia...
― Te aman ― dijo encogiéndose de hombros. O intentándolo. ― A propósito de mi familia, Rose dijo que teníamos que ir antes del mediodía. Se ha encargado de mandarle una carta a McGonagall para decirle que vas a nuestra casa, así que no te preocupes.
― A veces da miedo, ¿no crees?
― Y tanto.
A pesar de que dijo que había que ir a casa, no intentó levantarse de la cama, sólo me abrazó más fuerte.
― James, tenemos que irnos.
― Lo sé. Pero sólo quiero quedarme contigo en esta cama, calentitos, el resto del día. Y puede que mañana también.
Riendo, luché por darme la vuelta hasta quedar cara a cara. Cuando por fin nuestros pechos estuvieron pegados, puse una de mis piernas encima de su cadera y pasé mis brazos alrededor de su espalda.
― El gatito quiere jugaaar ― canturreó en mi oído. Luego me dio un beso.
― El gatito quiere comer. Llevo casi un día sin probar bocado.
Sus ojos dejaron de mostrar diversión y puso una expresión seria.
― No puedes saltarte las comidas, Scorpius. Estás en edad de desarrollo y saltarte las comidas no es bueno.
― Sí mamá ― dije poniendo los ojos en blanco.
― Si no creces, ¿cómo planeas ponerme debajo de ti?
Tardé unos segundos en comprender el significado de sus palabras.
― Quieres d-decir que n-no te importa...estar... ― tartamudeé rojo como un tomate.
― Te quiero de todas las formas que te pueda conseguir Scor. Por supuesto que no me importa estar abajo.
Sus palabras fueron tan serias que no me cupo la menor duda de que las decía en serio.
― Vamos, Rose nos estará esperando.
Con un último beso en los labios, nos levantamos de la cama y empezamos a cambiarnos. Vi por el rabillo del ojo como James cogía los condones y el lubricante y los metía en el bolsillo de su chaqueta.
― Coge una mochila y mete algo de ropa y lo que creas necesitar.
Así que me puse a guardar unos pares de pantalones, camisas, jerséis, ropa interior y zapatos en la mochila. Obviamente tuve que hacer un hechizo para que cupiera todo, pero al final mi equipaje estaba listo.
Miré alrededor para ver si me faltaba algo y mi mirada se quedó parada en el montón de los regalos de navidad. Me había olvidado de que día era.
Aunque había algo raro...
Me acerqué a los pies de la cama y cogí uno de los regalos. Miré a ver de quien era y entonces descubrí que era lo raro: había muchos más que de costumbre.
― Es para ti.
― ¿Para mí? ― preguntó extrañado.
― Sip. Rose debió haberlos enviado aquí.
Se acercó a mi lado con la chaqueta en el brazo y lo cogió.
― Es de tus padres.
Se sentó a mi lado y abrió la pequeña caja mientras lo miraba con atención.
Cuando leyó la nota adjunta levantó la cabeza y se rió.
― Escucha esto: Querido James, espero que hayas arreglado las cosas con Scorpius. Esto es para vosotros. PD: Espero veros en la comida o como mínimo en la cena. Con cariño, mamá y papá ― con una sonrisa continuó. ― Al parecer este verano iremos a Paris.
Sin poder contener una sonrisa de felicidad y agarré otro regalo que estaba en la cima. Por el peso supe que era de la señora Weasley y no pude contener una sonrisa de expectación. Todos los años el jersey tenía un dibujo nuevo y siempre estaba emocionado por descubrir éste. Antes de abrirlo, miré a quien iba dirigido y, al ver mi nombre, quité el papel de regalo y desdoblé: era verde brillante y en medio tenía tejido el león de Gryffindor.
― ¿Se encuentra bien la abuela Molly?
― ¿Por qué lo preguntas?
Como respuesta, di la vuelta al jersey. James parpadeó confuso y, rápidamente, se puso a buscar el suyo. Lo abrió con prisa y después estalló en carcajadas. Me lo enseño: era rojo y en su pecho había una serpiente verde enroscada sobre si misma, con un libro al lado.
― Lo sabía... ¿Cómo?
― La abuela es la abuela ― dijo James como si eso lo explicara todo.
Tras cambiarnos de jersey seguimos abriendo los regalos. De vez en cuando parábamos por algún regalo "raro". Al parecer todos en su familia habían decidido cambiar algo en vista de los recientes acontecimientos.
El último regalo que abrió James fue el de Rose: un pequeño álbum con fotos que había sacado durante la semana Neko.
― ¿Sabes? Fue gracias a esto que me di cuenta que me gustabas. No que estaba enamorado, eso pasó después, sino que me sentía atraído por ti.
― ¿Eh? ― exclamé confuso mientras lo observaba acariciar una foto.
― Verte con cola de gato y esas orejitas tan adorables hizo que mi cuerpo reaccionara de manera extraña. Bueno, extraña ante un chico. Nunca me había sentido atraído hacia mi propio sexo, pero tú te veías tan...adorable. Incluso comestible.
― Así que yo era la persona misteriosa…
― Siempre ― dijo mirándome con cariño.
Y así fue.

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