03.
Donde Scorpius y James se dan cuenta de que la abuela Weasley no es
ni ciega ni sorda, pero sí muda
Poco
después de la salida de Aaron Bole, aunque eso yo no lo sabía en
ese momento, empecé a despertarme. Al principio me sentí confuso ―
"¿Cómo he llegado a mi habitación y que hago desnudo?"
―, pero luego los acontecimientos de la noche anterior llegaron a
mi mente, haciéndome soltar un gemido de vergüenza.
Pude
sentir el cuerpo de James pegado a mi espalda, dándome calor, y una
de sus manos haciéndome de almohada mientras la otra me mantenía
contra su pecho.
A
pesar de la vergüenza que sentía por mis palabras ― "¡Le
había pedido que me la chupara!" ― no pude contener una
sonrisa de felicidad. ¡James Potter, el mismo James Potter con el
que llevaba soñando cuatro años, me estaba abrazando después de
confesarme que me amaba! Y después de darme una mamada, pero eso era
algo que había que estudiar más tarde.
Luego
vino el miedo. No tenía nada que ver con que los dos fuéramos
chicos: la homosexualidad no era tan rara hoy en día y ya no había
personas que discriminaran por eso. Bueno, no muchas. Lo bueno de los
muggles es que había cosas en las que iban más adelantados que los
magos, y eso nos obligaba a nosotros a llevarles el paso. La historia
demuestra que los que no se adaptan, desaparecen. Así que con los
años la homosexualidad había dejado de ser un tabú en el mundo
mágico y las leyes tuvieron que ir a la par que la sociedad. En
Hogwarts se inculcaba la igualdad, la tolerancia y el respeto, así
que muy pocos por aquí harían comentarios en ese aspecto. Lo que me
asustaba era otra cosa. Principalmente nuestras familias. Sabía que
Rose estaría encantada (¡Seguramente había empezado a preparar la
boda y todo!), Al estaría feliz por mí y me apoyaría y mi
madre también estaría a mi lado. El problema era mi padre y el
señor Potter. Toda la familia Potter y, por consiguiente Weasley, me
había aceptado y hasta les gustaba y me querían como a otro hijo, o
nieto en el caso de la abuela Weasley, pero eso no significaba que
estuvieran bien con el hecho de que su querido nieto saliera con un
Malfoy. Lo cual nos llevaba a la cuestión de mi padre. No es que
odiara a Albus Potter y Rose Weasley, que eran los que iban a casa de
vez en cuando en verano, incluso les caía bien, pero no se podía
decir lo mismo de sus padres. Y en cuanto a James... mi padre no lo
soportaba. Demasiado arrogante y egocéntrico, solía decir. Mi madre
me dijo que en realidad esa animosidad se debía a que se veía
reflejado en el mini Potter, y eso le traía malos recuerdos. Iba a
ser un duro camino....
Mis
pensamientos se vieron interrumpidos por un beso en el hombro.
― Buenos
días gatito ― murmuró James en mi oído.
― Buenos
días.
― Sea
lo que sea que estuvieras pensando, déjalo. Te has puesto rígido.
― Estoy
pensando en tu familia...
― Te
aman ― dijo encogiéndose de hombros. O intentándolo. ― A
propósito de mi familia, Rose dijo que teníamos que ir antes del
mediodía. Se ha encargado de mandarle una carta a McGonagall para
decirle que vas a nuestra casa, así que no te preocupes.
― A
veces da miedo, ¿no crees?
― Y
tanto.
A
pesar de que dijo que había que ir a casa, no intentó levantarse de
la cama, sólo me abrazó más fuerte.
― James,
tenemos que irnos.
― Lo
sé. Pero sólo quiero quedarme contigo en esta cama, calentitos, el
resto del día. Y puede que mañana también.
Riendo,
luché por darme la vuelta hasta quedar cara a cara. Cuando por fin
nuestros pechos estuvieron pegados, puse una de mis piernas encima de
su cadera y pasé mis brazos alrededor de su espalda.
― El
gatito quiere jugaaar ― canturreó en mi oído. Luego me dio un
beso.
― El
gatito quiere comer. Llevo casi un día sin probar bocado.
Sus
ojos dejaron de mostrar diversión y puso una expresión seria.
― No
puedes saltarte las comidas, Scorpius. Estás en edad de desarrollo y
saltarte las comidas no es bueno.
― Sí
mamá ― dije poniendo los ojos en blanco.
― Si
no creces, ¿cómo planeas ponerme debajo de ti?
Tardé
unos segundos en comprender el significado de sus palabras.
― Quieres
d-decir que n-no te importa...estar... ― tartamudeé rojo como un
tomate.
― Te
quiero de todas las formas que te pueda conseguir Scor. Por supuesto
que no me importa estar abajo.
Sus
palabras fueron tan serias que no me cupo la menor duda de que las
decía en serio.
― Vamos,
Rose nos estará esperando.
Con un
último beso en los labios, nos levantamos de la cama y empezamos a
cambiarnos. Vi por el rabillo del ojo como James cogía los condones
y el lubricante y los metía en el bolsillo de su chaqueta.
― Coge
una mochila y mete algo de ropa y lo que creas necesitar.
Así
que me puse a guardar unos pares de pantalones, camisas, jerséis,
ropa interior y zapatos en la mochila. Obviamente tuve que hacer un
hechizo para que cupiera todo, pero al final mi equipaje estaba
listo.
Miré
alrededor para ver si me faltaba algo y mi mirada se quedó parada en
el montón de los regalos de navidad. Me había olvidado de que día
era.
Aunque
había algo raro...
Me
acerqué a los pies de la cama y cogí uno de los regalos. Miré a
ver de quien era y entonces descubrí que era lo raro: había muchos
más que de costumbre.
― Es
para ti.
― ¿Para
mí? ― preguntó extrañado.
― Sip.
Rose debió haberlos enviado aquí.
Se
acercó a mi lado con la chaqueta en el brazo y lo cogió.
― Es
de tus padres.
Se
sentó a mi lado y abrió la pequeña caja mientras lo miraba con
atención.
Cuando
leyó la nota adjunta levantó la cabeza y se rió.
― Escucha
esto: Querido James, espero que hayas arreglado las cosas con
Scorpius. Esto es para vosotros. PD: Espero veros en la comida o como
mínimo en la cena. Con cariño, mamá y papá ― con una sonrisa
continuó. ― Al parecer este verano iremos a Paris.
Sin
poder contener una sonrisa de felicidad y agarré otro regalo que
estaba en la cima. Por el peso supe que era de la señora Weasley y
no pude contener una sonrisa de expectación. Todos los años el
jersey tenía un dibujo nuevo y siempre estaba emocionado por
descubrir éste. Antes de abrirlo, miré a quien iba dirigido y, al
ver mi nombre, quité el papel de regalo y desdoblé: era verde
brillante y en medio tenía tejido el león de Gryffindor.
― ¿Se
encuentra bien la abuela Molly?
― ¿Por
qué lo preguntas?
Como
respuesta, di la vuelta al jersey. James parpadeó confuso y,
rápidamente, se puso a buscar el suyo. Lo abrió con prisa y después
estalló en carcajadas. Me lo enseño: era rojo y en su pecho había
una serpiente verde enroscada sobre si misma, con un libro al lado.
― Lo
sabía... ¿Cómo?
― La
abuela es la abuela ― dijo James como si eso lo explicara todo.
Tras
cambiarnos de jersey seguimos abriendo los regalos. De vez en cuando
parábamos por algún regalo "raro". Al parecer todos en su
familia habían decidido cambiar algo en vista de los recientes
acontecimientos.
El
último regalo que abrió James fue el de Rose: un pequeño álbum
con fotos que había sacado durante la semana Neko.
― ¿Sabes?
Fue gracias a esto que me di cuenta que me gustabas. No que estaba
enamorado, eso pasó después, sino que me sentía atraído por ti.
― ¿Eh?
― exclamé confuso mientras lo observaba acariciar una foto.
― Verte
con cola de gato y esas orejitas tan adorables hizo que mi cuerpo
reaccionara de manera extraña. Bueno, extraña ante un chico. Nunca
me había sentido atraído hacia mi propio sexo, pero tú te veías
tan...adorable. Incluso comestible.
― Así
que yo era la persona misteriosa…
― Siempre
― dijo mirándome con cariño.
Y
así fue.
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